POEMAS

LOS CANTANTES

Ni vos ni yo cambiamos nada.
Encubridores vos y yo, cómplices puros.
Recibimos los aplausos vos más que yo;
pero las cosas continúan negras...
mientras los dos viajamos por avión con soltura
que casi imaginamos ser gaviotas.
y hablamos con el tipo de la esquina
de la tenaz miseria.

Nada cambiamos.
Vos cantas. Yo escribo. Los dos cantamos.
Mientras vos cantas violan a un niño.
Mientras yo escribo nacen tantas lágrimas.
Vos y yo cantamos claro.
No les gusta la letra pero cantamos claro.

AUTORA: Ana María Iza





HALLAZGO

Hoy saqué de la arena
un hueso que me ha pertenecido
porque tiene una señal de sangre idéntica a mí mismo,
y el horrible dolor que me he palpado siempre en el mismo sitio.
Además,
es del mismo metal
que en una uña de mamá he sorprendido.

Pues bien,
me haré una flauta,
compondré una canción a mi asesino, y la saldré a tocar todas las lunas
a lo largo de todos los caminos.

AUTOR: Antonio Preciado Bedoya



PREGUNTAS


En los hombros llevamos, tristemente,
este peso tremendo, esta amargura
de arrastrar nuestro sino, humildemente,
con su fardo repleto de ternura.

Y esta actitud hostil que nos obliga
a doblegar la frente sin alzarla,
con un cansancio cruel que nos hostiga
y nos lanza, febril, a levantarla.

¿Hasta cuándo vivir, si estos días
se nos tira un mendrugo que no alcanza
ni a iluminar las cámaras umbrías?

Hasta cuándo este yugo nos impele
con las manos vacías de esperanza
sin que nada ni nadie nos rebele.


AUTORA: Carmen Acevedo Vega




ANHELO

¡Oh! ¿Dónde está ese mundo que soñé
allá en los años de mi edad primera?
¿Dónde ese mundo que en mi mente orlé
de blancas flores...? ¡Todo fue quimera!

Hoy de mí misma nada me ha quedado,
pasaron ya mis horas de ventura,
y sólo tengo un corazón llagado
y un alma ahogada en llanto y amargura.

¿Por qué tan pronto la ilusión pasé?
¿Por qué en quebranto se trocó mi risa
y mi sueño fugaz se disipó
cual leve nube al soplo de la brisa ...?

Vuelve a mis ojos óptica ilusión,
vuelve, esperanza, a amenizar mi vida,
vuelve, amistad, sublime inspiración...
yo quiero dicha aun cuando sea mentida.

AUTORA: Dolores Veintimilla de Galindo



PAN EN LA SIESTA

Surca el hondo remanso la piragua,
al pie del umbroso platanal esbelto,
cuyo follaje satinado y suelto
copia en su seno tembloroso el agua.

Adren las playas, al fulgir de fragua
del sol estivo; y, en la luz envuelto,
relumbra, en chorros, el raudal, disuelto
sobre un áspero lomo de cancagua.

Como dormidos en la siesta ardiente
yacen los campos: y, en el haz de grana
del llano, esplende el implacable estío.

Y cruza y riega en el cristal luciente
del Esmeraldas, su sonora gama
el mirlo negro, trovador del río.


AUTOR: César Borja





SOLO LA MUERTE ACALLA LOS LAMENTOS

¡Qué triste es ver que el corazón que un día
palpitó junto al nuestro, enamorado,
desciende incontenible en su agonía
y se queda después quieto y callado!

¡Saber que al ser al cual tanto se ha amado,
la mano del destino le extravía,
saber que inútilmente se ha llorado
y saber que no existe un "todavía"!

Tener que contentarse, alegre y fuerte,
con lo poco que el mundo le ha ofrecido
por más consuelo y paz que se ha pedido;

¡Tener que soportar sin un gemido
hasta el feliz momento en la muerte
cambie, con su sudario, nuestra suerte...!


AUTOR: Juan Francisco Charvet




EL GRILLO

Impertinente músico barato
artista de cartel desprestigiado
que, como represalia, ha concertado
desesperante dúo con el gato.

Considera magnífica la holganza
y realiza incursiones a porfía
entre sendas y paños de valía,
que profana las calmas tropicales.

Saltador vagabundo y molestoso,
necio trasnochador escandaloso
que profana las calmas tropicales.

Repite sus monótonas canciones
causando enervadores sensaciones
y agravando las murrias invernales
.

AUTOR: Luis Espinoza Martínez




EN EL MAR

Apaga el sol sus luminosas fraguas
y sobre el mar -- cuya belleza asombra --
yo te siento venir como la sombra
del divino Jesús sobre las aguas.

A mi doliente soledad te sumas;
en mis saudades silenciosa rondas;
mientras mutila el seno de las ondas
la nave airosa entre un albor de espumas.

Más, de repente sueño contemplarte
muerta, mientras levanta su estandarte
la noche acribillada de luceros.

Y en el confín del mar triste me pierdo.
Y se quedan mis ojos prisioneros
del inmenso dolor de tu recuerdo.


AUTOR: Vicente Amador Flor C.






UNA SOMBRA VIEJA Y DAÑINA

Soñé con una sombra vieja y dañina,
soñé con el sufrimiento,
que causaste por tú acción,
y de haberte tenido en mi corazón;

Fuiste huésped,
por dos años en su interior,
con el objetivo de entender
¿Por qué te consideré mi amor?

Idolatrando tu porvenir,
amando tenerte junto a mí;
más un extraño eras
y fue tarde cuando realmente te conocí.

Y hoy soñé,
soñé que permanecías aun a mi vida,
pero para mi felicidad,
fue solo una pesadilla
de una sombra vieja y dañina.

AUTORA: María José López M




ENSUEÑO PÓSTUMO

Carpintero, la caja en que me encierren
hazla suave de un árbol de esta senda:
¡así podré soñar, cuando me entierren,
que estoy de vacaciones en la hacienda!

Este árbol dióme sombra, cuando niño,
a su abrigo pasé días enteros;
en el hogar fue todo de cariño
el resinoso olor de los gomeros.

En sus bosques vagué, de adolescente,
oyendo los lamentos casi humanos
que lanzan con el viento, de repente.

¡Cuántas horas de ensueño y de locura!
¡Cuántos nombres grabados con mi mano
en su corteza sonrosada y dura!


AUTOR: Alfonso Moreno Mora




ROMANCE DE MI DESTINO

Todo lo que quise yo tuve que dejarlo lejos,
siempre tengo que escaparme y abandonar lo que quiero.
Yo soy el buque fantasma que no puedo anclar en puerto;
ando buscando refugio en retratos y en espejos,
en cartas apolilladas y en perfumados recuerdos.

Nadie sabe cómo yo el lenguaje de los pañuelos
agitándose en los muelles, sacudiendo el aire trémulo.
Nadie como yo nació con destino marinero;
la única flor que conozco es la rosa de los vientos.

Por más que estiro las manos nunca te alcanzo lucero,
jugo de amargos adioses es mi vaso predilecto;
yo me bebo a tragos largos mi pócima de recuerdos
y me embriago en lejanías para acariciar mis sueños.


AUTOR: Abel Romeo Castillo


LLORA

Cuando te inclinas al recio empuje de tus pesares
y cuando lloras al rudo golpe de tus congojas,
hay en tus ojos hermosas perlas, como en los mares
y en tus pestañas brillantes soles, como en las hojas.

Y cuando sufres y esa tormenta de los titanes
ruge en tu pecho, como el oleaje de las riberas,
hay en tus ojos las grandes llamas de los volcanes
y en tus pestañas las rojas chispas de las hogueras.

Y cuando sientas que te derriten tus amarguras
saliendo fuera del más hondo de tus entrañas,
hay en tus ojos los grandes lagos de las llanuras
y en tus mejillas se ven torrentes de las montañas...

Llora tranquila por tus pesares, por tus dolores...
después que pasan las tempestades vienen las calmas;
quieren rocío las esperanzas, como las flores,
quieren rocío los corazones, como las almas...


AUTOR: Félix Valencia



NOTAS Y COLORES


Recuerdo esa tarde, cuando el sol moría
cobijando al mundo con tibios reflejos;
sentados yo y ella de un árbol al trono
me preguntó trémula lo que era un beso...

Callé. De las ramas del árbol, la noche
colgó sus crespones en rededor nuestro;
su mano en mi mano, su boca en mi boca,
por largos instantes guardamos silencio.

¿Ya sabes -- le dije volviendo del éxtasis --
lo que ha sido el beso?
De nuevo sus labios uniendo a los míos
me dijo temblando: ¡ahora sé menos!



AUTOR: Juan Íñiguez Vintimilla



EL ALMA EN LOS LABIOS

Para mi amada
Cuando de nuestro amor la llama apasionada,
dentro de tu pecho amante contemples extinguida,
ya que sólo por ti la vida me es amada,
el día en que me faltes me arrancaré la vida.
Porque mi pensamiento lleno de este cariño,
que en una hora feliz me hiciera esclavo tuyo,
lejos de tus pupilas es triste como un niño,
que se duerme soñando en tu acento de arrullo.
Para envolverte en besos quisiera ser el viento,
y quisiera ser todo lo que tu mano toca;
ser tu sonrisa, ser hasta tu mismo aliento,
para poder estar más cerca de tu boca.
Vivo de tu palabra y eternamente espero,
llamarte mía como quien espera un tesoro.
Lejos de ti comprendo lo mucho que te quiero,
y besando tus cartas ingenuamente lloro.
Perdona que no tenga palabras con que pueda,
decirte la inefable pasión que me devora;
para expresar mi amor solamente me queda,
rasgarme el pecho, Amada, y en tus manos de seda,
dejar mi palpitante corazón que te adora.

AUTOR: Medardo Ángel Silva





ANHELO

Me siento aturdida por momentos
¿donde estaras? me pregunto tristemente.
Mi vista te busca y no te encuentro...
¿mi recuerdo aún estara en tu mente?
Un día a la playa me fui a caminar
buscando enterrarte en las arenas del mar...
pero entre la blanca espuma me sonreías
y entonces supe que olvidarte no podría.
Quise ser un lucero resplandeciente
y en el infinito cielo por siempre estar
para mirar hacia abajo y poder verte
aunque tú no lo supieras jámas.
Pensé luego en ser como el azul marullo
y besar la arena que en la orilla está.
Tiernamente, con mis aguas azules te baño
y de mi lado no te volverías a apartar.
Desee entonces ser gaviota blanca y libre
hacia tu destino... volar y volar.
A través de furiosas tormentas y tempestades
finalmente a tu lado poder llegar...
Al final me di cuenta que son deseos.
Imposibles fantasias que yo misma cree
no soy gaviota, ni ola o lucero
soy simplemente una mujer

Medardo Angel Silva





LA RONDA DE NOCHE

Rueda como una lágrima en la atmósfera fina,
la voz del campanario antiquísimo: la una...
y su eco pasa, leve como una ave marina,
sobre los techos blancos de escarcha de la luna.

Finge una lanzón la antigua torre de San Alejo,
a cuyo extremo brilla, temblando una estrellita...
húmedos callejones... Casas de tiempo viejo,
con ventanas que el viento, como un ladrón, agita...

Una copla canalla tiembla en el aire puro...
guiña un farol, su guiño se refleja en el muro
y hace mayor el duelo de los sucios portales...

El paso de la ronda se pierde en la calleja
y el rumor de las ramas, en la penumbra, deja
épicas remembranzas de días coloniales.

Medardo Angel Silva




OFRENDA A LA MUERTE


Muda nodriza, llave de nuestros cautiverios,
Oh, tú que a nuestro lado vas con paso de sombra,
¡Emperatriz maldita de los negros imperios,
¿cuál es la talismánica palabra que te nombra?

Puerta sellada, muro donde expiran sin eco
De la humillada tribu las interrogaciones,
Así como no turba la tos del pecho hueco
La perenne armonía de las constelaciones...
Yo cantaré en mis Odas tu rostro de mentira,
Tu cuerpo melodioso como un brazo de lira,
Tus plantas que han hollado Erebos y Letheos.

Y la serena gracia de tu mirar florido
Que ahoga nuestras almas, exentas de deseos,
En un mar de silencio, de quietud y de olvido.

Mario Benedetti




¿DE QUÉ SE RÍE?


(Seré curioso)

En una exacta
foto del diario
señor ministro
del imposible

vi en pleno gozo
y en plena euforia
y en plena risa
su rostro simple

seré curioso
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

de su ventana
se ve la playa
pero se ignoran
los cantegriles

tienen sus hijos
ojos de mando
pero otros tienen
mirada triste

aquí en la calle
suceden cosas
que ni siquiera
pueden decirse

los estudiantes
y los obreros
ponen los puntos
sobre las íes

por eso digo
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

usté conoce
mejor que nadie
la ley amarga
de estos países

ustedes duros
con nuestra gente
por qué con otros
son tan serviles

cómo traicionan
el patrimonio
mientras el gringo
nos cobra el triple

cómo traicionan
usté y los otros
los adulones
y los seniles

por eso digo
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

aquí en la calle
sus guardias matan
y los que mueren
son gente humilde

y los que quedan
llorando de rabia
seguro piensan
en el desquite

allá en la celda
sus hombres hacen
sufrir al hombre
y eso no sirve

después de todo
usté es el palo
mayor de un barco
que se va a pique

seré curioso
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe.

Pablo Neruda




SONETO VII


«Vendrás conmigo» ¡dije! sin que nadie supiera
dónde y cómo latía mi estado doloroso,
y para mí no había clavel ni barcarola,
nada sino una herida por el amor abierta.

Repetí: ven conmigo, como si me muriera,
y nadie vio en mi boca la luna que sangraba,
nadie vio aquella sangre que subía al silencio.
Oh amor ahora olvidemos la estrella con espinas!

Por eso cuando oí que tu voz repetía
«Vendrás conmigo» ?fue como si desataras
dolor, amor, la furia del vino encarcelado

que desde su bodega sumergida subiera
y otra vez en mi boca sentí un sabor de llama,
de sangre y de claveles, de piedra y quemadura.